Una leyenda cuenta acerca de la existencia de los hermanos Tupí y Guaraní que llegaron a la selva amazónica, desde una tierra lejana más allá del mar. Allí fundaron su nuevo hogar y vivieron en paz durante algún tiempo, pero las disputas entre sus esposas hicieron imposible la convivencia. El hermano menor, Guaraní, emigró hacia el sur al actual territorio del Paraguay. Así se reconoce la gran cercanía entre estos dos pueblos que ocuparon la zona selvática de América del Sur incluyendo las Antillas, Guayanas, Brasil, el oriente de Bolivia, Paraguay, Uruguay y el noreste de Argentina. No formaban un gran estado ni un imperio. Se organizaban en pequeños pueblos sin un poder central, con los mínimos vínculos necesarios para mantenerse en paz con los vecinos. Su principal afinidad era la lengua común.
Los Guaraní cultivaban la tierra, en especial el maíz y la mandioca que eran la base de su alimentación. Sin embargo fueron seminómadas por razones tanto prácticas como religiosas, ya que la tierra se agotaba por la erosión y, además, debían seguir buscando la mítica "Tierra sin Mal" (Yvy marane'y). Su forma favorita de proveerse de alimentos era la caza. Gracias a su destreza con la flecha conseguían tapires, osos hormigueros, ciervos, coatíes y monos. Fueron polígamos y tenían bastante libertad sexual antes del matrimonio.
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